top of page
  • Foto del escritorDamián Martino

El discípulo no es más que su maestro.

«Dicen que el discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje será como él.  Los que en la Tierra van contigo, Hijo del Padre, están destinados a ser guías y maestros espirituales.  Deben, pues, dar prueba más que los demás, de un amor sobresaliente y sincero, estar familiarizados con la manera de vivir según el Espíritu y acostumbrarse a practicar la dulzura y toda bondad.  Deben transmitir la verdad después de haberla contemplado ellos mismos y haber dejado que La Luz Divina iluminara con precisión sus almas.  A decir verdad, sin ella, serían ciegos conduciendo a otros ciegos, porque los que están sumergidos en las tinieblas no pueden conducir a la verdad a los hombres que son víctimas de la misma oscuridad que les nace del corazón.  Por otra parte, no querrían que cayeran todos juntos en el mismo error, el de competir para saber quién es más sabio o poderoso, porque así solo elegirán nuevos maestros del engaño y estarían alejándose del amor verdadero.  Por esto, el Señor ha querido frenar la pendiente que conduce a la jactancia que se encuentra en tanta gente y disuadirlos de querer rivalizar con sus maestros para llegar a tener más reputación que estos.  Les dijo: “El discípulo no es más que su maestro.  Aunque algunos llegaran a un grado de virtud igual a sus predecesores, deberían, sobre todo, imitar su modestia.  Siendo así, ¿por qué juzgan cuando el Maestro todavía no los ha juzgado?  Porque él no vino al mundo para juzgarlo, sino para iluminarlo con el amor de su alma.  Si yo no juzgo, dice Jesús, tampoco juzgues tú que eres mi discípulo, tal como tú lo haces.”

Por ello, en el amor divino y sagrado, toda la Trilogía Divina ha hecho al hombre según su semejanza. Por el poder creador se asemeja al Padre, por la inteligencia y sabiduría, se asemeja al Hijo, por el amor se asemeja al Espíritu.  En La Creación el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios Padre.  Imagen en el conocimiento de la verdad y semejanza en el amor de la virtud.  La luz del rostro de Dios Padre es, pues, la gracia que nos justifica y que revela la imagen pura creada.  Esta luz constituye todo el bien del hombre, su verdadero baluarte y más preciado tesoro, el sello que nos marca como suyos e inalterables inculcándonos y recordándonos la Pertenencia Divina.  Por eso, devuélvanle a Dios Padre vuestra alma revestida y señalada con la luz de su rostro, tal cual él la ha imaginado desde El Principio.»

1 visualización0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Donde está la libertad, allí está Dios.

«La libertad humana consiste en que Dios Padre ha creado a cada ser confiriéndole dignidad dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “Quiso Dios dejar al hombre en manos de su propia decisió

Ofrece tu sacrificio.

«La fuerza del alma está en sus poderes, en sus pasiones y en sus facultades.  Si la voluntad las dirige hacia Dios Padre y las mantiene alejadas de todo lo que no es de Dios Padre, el alma guarda tod

Desde el corazón de Dios

«Desde el corazón de Dios al corazón de los seres humanos hemos recordado con ustedes que el tiempo de amar es ahora.  ¿Qué les impide accionar en el hoy? ¿Qué los paraliza cuando de amar se trata?  E

bottom of page